Días cualquiera
Hay días y días. Algunos te marcan de
por vida. Otros no; otros, pasan desapercibidos.
En el fondo a mí me gustan los días
cualquiera. Esos en los que, en cuanto oyes sonar la alarma del móvil,
algo dentro de ti se activa y casi sin darte cuenta, hace que alargues
rápidamente el brazo – porque tienes memorizado hasta el último milímetro de tu
móvil- y pospongas esa alarma que a modo de martirio chino, te machaca cada mañana.
Aunque sea solo por alargar la noche 5 míseros minutos, pero 5 minutos que nos
dan la vida-.
Dicen que no valoras lo que tienes
hasta que lo pierdes. Ahora que hemos perdido los despertares sin alarma, es
cuando empezamos a valorarlos. ¡ y nos quejábamos por que entrara el sol a las
12 del mediodía…!
Y esos minutos de “ alarma
pospuesta” son reconfortantes. Mientras, tu subconsciente se prepara para
lo peor.
Después, 5 minutos después, ese
insoportable sonido vuelve a taladrarte la cabeza.
Por fin - sin mas remedio- te
levantas lentamente y un tanto desorientado mientras juras y perjuras que
jamás te volverás a acostar tan tarde.
¡Pero qué ilusos somos!, sabemos
perfectamente que jamás cumpliremos esa promesa y es que por mucho que lo
intentemos, y por muy pronto que nos metamos en la cama, no nos dormiremos
antes. Son cosas de la vida y a todos nos pasa igual.
Mientras te incorporas te acuerdas de
tu amiga, la misma que te recomendó ver esa serie la noche anterior y que es en
parte – por no decir totalmente- culpable del sueño que tienes en ese momento.
Bueno, volvamos a donde lo habíamos
dejado.
Por fin, consigues levantarte. Te
llevas algún que otro susto cuando pasas por un espejo y es que a esas horas,
hasta Voldemort es mas guapo que tu.
Como dije en un post anterior, la
prisa es algo que llevamos en la sangre. "No importa a que hora nos
pongamos el despertador. Siempre e insisto siempre, iremos con prisa y además
la mayoría de las veces llegaremos tarde".
Aplaudamos a los que hacen las cosas
tranquilamente por las mañanas, a los que incluso tienen tiempo de ver la
tele... Yo jamás he disfrutado de ese privilegio. Bueno miento, de pequeña -
cuando alguien se encargaba de despertarme-, me daba tiempo a hacer infinidad
de cosas por la mañana. Incluso veía Doraimon mientras esperaba a la ruta.
Ahora, y a medida que los años
han ido pasando, he ido valorando mas y mas cada segundo de ese
valioso placer .
Soy de las que prefieren apurar al máximo
esos minutos de sueño -recordemos que es un bien tremendamente escaso-. Prefiero
hacer todo corriendo - velocidad supersónica- antes que perder 5
minutos de sueño.
Cada mañana es una superación
continua, jamás pensé que sería capaz de transformarme en una persona
medianamente decente en tan solo 6 minutos.
El bando masculino siempre tendrá
algo que objetar pero, creedme chicos cuando os digo que nunca subestiméis a
una mujer con prisas. Os dejará boquiabiertos – como siempre-.
Y es que estáis en lo cierto
cuando decís que las mujeres somos una caja de sorpresas.
Reconozco publicamente que cada día
me felicito a mi misma por haberme sacado el carnet de conducir. Sin duda ha
sido una de las mejores cosas que he hecho en la vida pero no os creáis que se
me ha olvidado lo que es ir en bus.
Aun lo tengo muy cercano - demasiado
diría yo-.
Y es que si alguna vez has ido en
bus, entenderás lo que es salir de casa prácticamente de noche - hay veces que
necesitas hacer uso de la linterna del iphone-, con el frío abrazándote tan
fuerte, que te cuesta incluso respirar.
Haciendo caso omiso a dicho frío
helador, sacas a la superviviente que llevas dentro mientras tratas
de activar tus músculos - que a esas horas están un tanto oxidados- y
corres;corres hacia la parada del bus porque como cada día llegas tarde.
Si por lo menos el bus estuviera ahí
cuando tu llegaras... pero no, jamás lo estará. No te lo tomes como algo
personal ya sabes que la vida es así, simplemente le gusta hacernos rabiar.
Y así esperas a que tu bus llegue
pero no, antes llegan los 300 buses de la comunidad de Madrid, pasan todos
menos el tuyo. Y cuando ya estas a punto de rendirte, cuando estas a punto de
comenzar la retirada cabizbaja, pensando que has perdido el bus otro día mas,
aparece. Los focos te deslumbran a lo lejos y el bus hace su entrada estelar.
Eso si que es sentir alivio, y lo demás
son chorradas - y si encima tienes examen - ya, ni te cuento- el caso es que
por fin estas dentro y te dispones a disfrutar del viaje - porque en Madrid los
trayectos en bus son los que yo llamo: trayectos Duracel porque
“y duran, y duran...”-.
Finalmente y tras haber escuchado
toda - y varias veces- tu lista de reproducción. Llegas a tu destino - tan
odiado- y llegas tarde - como era de esperar- y ahí estas tú, prácticamente
apalastada junto al cristal de la puerta para ser la primera en la demandada
posición de salida y es que en cuanto se empiezan a abrir dichas puertas te
lanzas en plancha sobre la calle corriendo a mas no poder, con la
melena al viento y tremendamente sofocada mientras intentas no perder el bolso –
y con el, tus mas valiosas pertenencias-.
Vas a contrarreloj y a veces,
solo a veces consigues hacerlo y llegar en hora. Claro que, las condiciones en
las que llegas, son dignas de recordar.
Pero en la vida hay de todo.También
los hay que pasan. Simplemente les resbala el llegar tarde.
Y tu día transcurre. Y cuando quieres
darte cuenta ahí estas de nuevo cogiendo el bus de vuelta. Mucho mas tranquila
esta vez, eso si.
Y llegas a casa, y el resto del día
transcurre con normalidad, sin ningún incidente, nada que lo haga mas especial
que el anterior. Y como todos los días ahí estas tu intentando acostarte pronto
pero fracasando en esa misión, y es que si te acuestas pronto nunca consigues
dormirte.
¿Qué le vamos a hacer?, son cosas que
pasan.
Y al final, si te paras a pensarlo; estos,
son los mejores días:
En los que no pasa nada pero en el
fondo pasa todo.
En los que te limitas a cumplir el
" vive la vida".
En los que te emocionas con el simple
hecho de que tu profesor te deje salir antes de clase.
En los que reírte hasta morir con tus
amigas, te parece el mejor de los planes.
Son los días en los que el qué comer
se sustituye por el con quién comer.
Son estos días en los que una simple
canción puede alegrarte la vida.La misma que tantas veces has puesto en peligro
con tal de no perder el bus.
Son los días en los que; cada
mañana, a pesar del cansancio y agotamiento, algo consigue hacerte sonreír.
Y es que no hay nada como empezar un
día con una sonrisa. Así, sonriendo tienes asegurado un buen sabor de boca para
el resto del día.
Os preguntareis - y hacéis bien- que
por qué escribo a cerca de estos días.
Pues bien, hasta hoy, no me había
parado a pensar lo importantes que son los días cualquiera.
Y es que la mayoría de nuestros días,
son un día cualquiera.
Y aquí me tenéis, lidiando con mi
subconsciente para irme a dormir pronto.
Esta mañana lo prometí y por primera
vez en la historia, voy a cumplir esa promesa.
Y es que yo hoy he tenido un día
cualquiera, y no me ha podido gustar más.
L.C
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