Huele a verano


A mi amiga la fumadora,

El buen tiempo ha llegado –por fin– y es que el invierno ya se estaba alargando demasiado. Y es que las despedidas no siempre son tristes. Yo llevaba varias semanas deseando soltarle al invierno algo así como: “hasta la vista, baby”.


Que llega el buen tiempo, que ahora todo se ve con buenos ojos. Que es hora de pedir otra ronda. Que ya no te va a despertar el diluvio universal cayendo sobre tu tejado.
Que ahora lo harán los pajaritos, muy monos y todo eso, hasta que te despierten antes de lo debido, entonces, de golpe y porrazo, perderán todo ese encanto que un día les caracterizó.

Que ya no tienes que llevar ese tremendo abrigo todo lo calentito que quieras pero feo como él solo, que, además –y por si fuera poco– te hace parecer la albóndiga que en realidad no eres.
Ya no tendrás que correr bajo la lluvia para resguardarte, ahora caminarás bajo la lluvia para refrescarte. Ya no tendrás que esperar frente al microondas durante esos 2 eternos minutos esperando a que se caliente tu Cola-Cao; ahora, fresquito sabrá mucho mejor.

Que ha llegado la época de las fresas, y en un abrir y cerrar de ojos también estaremos todos comiendo cerezas. Mmm y se me hace la boca agua sólo con pensarlo.

Ha llegado la época del año en la que en vez de tener pájaros en la cabeza solo tendrás en mente –las 24h del día– cervecitas y tintos de verano.
Caerás en la tentación de las cervecitas y es que uno nunca se toma una cerveza. La cerveza es como una mujer, siempre va acompañada de otra y cuanto más grande sea el grupo, mejor. Así es como empiezan las primeras tardes al sol y con ellas las primeras pellas, empieza la época de crecimiento desorbitado para el Cienmon de Alonso Martinez, los "cunefinos" –y no "cunefinos"– ya sabéis de lo que estoy hablando...


Empieza la temporada del postureo. También de las capeas. No me digáis que no las echabais de menos. Pues de aquí a dos meses –tres a lo sumo– acabaréis aborreciéndolas y es que, a partir de hoy, habrá capeas finde sí y finde también.

Llevamos todo el invierno calentando motores y es ahora cuando estamos autorizados a despegar. ¡Que ha llegado el buen tiempo y parece que esta vez lo ha hecho para quedarse!

Que yo cumplo primaveras, sí. Pero que ahora muchos empezarán a cumplir sueños. Y es que con marzo no sólo llegan los estornudos que provocan las primeras flores, que en marzo los capullos se convierten en flor. Capullos, quedaos con esta idea porque me remitiré a ellos más adelante.

Que en marzo empiezan el agobio y también el consuelo de saber que no hay nada perdido. Jamás hay algo perdido antes de llegar a la meta. Que marzo viene con aires distintos. Marzo huele a verano. Marzo nos engancha a todos a los días “nini” –ya sabéis eso de Ni estudio, Ni trabajo–.

Es increíble cuánto puede dar de sí un día “nini”. Casi tanto o más que un piti. Y es que hay veces que un simple: “acompáñame a echarme un piti” acaba dando pie a reflexiones sumamente profundas en las que acabas hablando del proceso evolutivo del hombre o incluso de la teoría de Darwin.

Pues bien, mi piti, mejor dicho, el que se fumaba mi amiga –yo soy más de las de “fumar mata” o “no me eches el humo en la cara”– no nos llevó a reflexionar acerca de la creación del mundo, el desarrollo humano, el proceso evolutivo ni nada por el estilo, pero vamos, como si lo hubiera hecho y es que nuestra reflexión, dio de sí, y vamos que si lo hizo.

El caso es que las mujeres solemos tener facilidad para hablar, eso jamás lo he puesto en duda pero, claro, si encima se dan ciertas circunstancias como: estar en una terraza al aire libre mientras los rayos del sol se encargan de que nuestra traslúcida piel vaya abandonado ese tono blanquecino –asqueroso, porque no hay otra forma de describirlo– y adquiera poco a poco un tono más oscuro...
Si a esa idílica situación le sumas un Magnum almendrado y los pitis de mi amiga la fumadora es el combo perfecto para lo que las mujeres llamamos coloquialmente "hacer terapia", osease analizar de pe a pa a un hombre.

Como no, otra vez ellos como protagonistas de nuestra conversación. Hombres. Vosotros y vuestras hazañas acaparáis todas –o por lo menos la mayoría– de nuestras conversaciones. Sois el perejil de todas las salsas. Claro que, que no se os suba mucho a la cabeza, que “lo poco gusta y lo mucho cansa”.

Monotema, sí, ¿y qué? Desde aquí os digo que no estamos muy por la labor de dejar de analizar vuestro comportamiento y menos aún vuestras llamadas con una copa de más –quien dice una dice 5 ó 6 ó 7– ya sabéis que los borrachos dicen la verdad, o eso cuentan leyendas urbanas...

Los hombres sois de lo que no hay. Podríais ser los seres más cariñosos, buenos y adorables de la faz de la tierra pero os empeñáis en ser los más tercos, rancios y despiadados. Y aún no sabemos bien por qué. Nos tenéis a todas las mujeres boquiabiertas tratando de razonar una respuesta coherente pero lamentablemente ninguna nos convence demasiado.

Parece que hoy en día lo que vende es el hombre que va de machito. El duro. El chulo. El apático, que ni siente ni padece. Está de moda el hombre que no deja ni sentir ni padecer. Pero esto no es lo peor, está de moda el hombre "capullo". Y perdonadme la expresión. Me he estrujado el coco buscando sinónimos y no he encontrado vocablo alguno que lo describa con tanta precisión –tal vez por falta de vocabulario, no os voy a decir que no–.

El capullo es el hombre inmaduro. Claro que al final, y con la llegada de la primavera, todos o la mayoría de los capullos se convierten en flor. Y teniendo en cuenta que desde hace unas horitas estamos oficialmente en Primavera, me atrevo a gritar a pleno pulmón: ¡¡capullos del mundo, no os hagáis de rogar y floreced ya!!


Pero mientras sí y no, el mundo sigue y es que el tiempo no para. 
Y nosotras tampoco, dicen que "la esperanza es lo último que se pierde", ¿no? pues eso, que aquí seguimos esperando mi amiga -la fumadora- y yo mientras nos terminamos este primer helado de la temporada primavera- verano 2014 cruzando los dedos y deseando ver a todos esos capullos convertidos en flor.
Claro que si no lo hacen, tampoco pasa nada, marzo no ha venido con las manos vacías. Marzo ha venido cargado de ramos de flores.

Que marzo es como mojarte los labios sin pegar un trago. Te quedas con ganas de más y te consuela saber que junio es la próxima parada y te das cuenta de que el verano está a la vuelta de la esquina.
Y es que si al mal tiempo le pones buena cara, al buen tiempo se la pones aún mejor.

Queda oficialmente inaugurada la temporada de moreneo. Muchos –los que no lo hayan hecho aún– empezarán desde hoy a tomar el sol, otros les llamaran locos pero se arrepentirán de haberlo hecho cuando se hagan la primera foto con ellos y quede algo así como: "Casper en la casa blanca".

Queda inaugurada la temporada de "la danza de la avispa" con ella hago referencia a esos movimientos no identificados que muchos –entre los que me incluyo– haremos al oír el zumbido de cualquier ser vivo volador con aguijón. Claro que siempre estarán los listillos de siempre con su: "tía, si te muerdes la lengua no pasa nada". JÁ, a mí no me la cuelan, encima de perder la sensibilidad en la lengua (de tanto morderla), no voy a dejar que me pique.
Para algo me dio Dios las piernas, para correr, por ejemplo.

Queda inaugurada la temporada de las "bensimón" y de las sandalias.

El caso es que, por si no os habéis dado cuenta todavía, queda inaugurada la mejor época del año. Y ya estáis tardando en salir a celebrarlo por ahí, tomándoos unas cerves al solecito, por ejemplo. Y es que el buen tiempo ha llegado y parece que esta vez lo ha hecho para quedarse. Y si no, abrid la ventana y comprobad por vuestros propios medios que, por fin, huele a verano y esa, es la mejor de las fragancias.

L.C


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